La sonrisa del Pirri
José Luis Fernández Eguia, más conocido como El Pirri nació en Madrid, en el barrio de Canillejas en Febrero de 1965 y falleció en Mayo de 1988 en Madrid.
Tuvo una infancia difícil, su madre y padrastro le repudiaron por lo que creció con sus abuelos. Le llamaban El Pirri por la afición de éste al Fútbol y por la notoriedad que en esa época tenía el jugador del Real Madrid, José Manuel Martínez Sánchez “Pirri»
¿Cómo llegó a ser actor?
La entrada del Pirri en el cine fue casual. El director guipuzcoano Eloy de la Iglesia quería autenticidad para el reparto de Navajeros, su decimoquinto título, razón por la que le encargó al guionista Gonzalo Goicoechea que buscara chavales por los barrios de la periferia de Madrid: Vallecas, San Blas, Hortaleza, La Elipa, Tetuán y barrio de la Concepción. Querían «conseguir una especie de copla popular sobre un niño-bandido, donde, por un lado, se dieran datos objetivos, cifras, estadísticas, acontecimientos más o menos concretos, y, por otro lado, una situación mágica», argumentaba el director.
A la convocatoria acudieron más candidatos de los necesarios. Los no seleccionados, al terminar la sesión de casting en las oficinas que la productora tenía en el paseo de la Habana, reclamaron el dinero que se habían gastado en ir hasta allí. El Pirri se había colado y estaba entre ellos. En un lance del tumulto, Gonzalo agarró al Pirri por los hombros. «Tú no te mueves de aquí, trasto», le dijo el guionista. Pero el niño, sin cortarse, lo amenazó: «Si te estás quedando conmigo, mira que te busco y te curro». Otra versión dice que lo vieron en la calle con una moto que había robado y que por eso lo seleccionaron.
De cualquier manera, el Pirri había sido elegido por Goicoechea para ser el Jaro protagonista de Navajeros, pero Eloy ya había elegido a José Luis Manzano para ese rol.
Todos los actores fueron doblados salvo el Pirri, cuya voz hacía gracia a Eloy de la Iglesia.
Pero sería en los últimos veinte minutos de película cuando diría su primera frase, durante la preparación del atraco a una sucursal de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Madrid junto con el Jaro y su banda (el Butano, el Pastillas…): «No te preocupes, tronco. Tú ya nos conoces de antes y sabes que somos legales», tranquilizaba el Nene, el más canijo de todos y el único de los cuatro que permanecía de pie.
Su adicción al potro
Durante una tarde de sesión, en los platós Cinearte, el joven llegó en muy malas condiciones y desapareció a los diez minutos. Al volver, se mostraba ausente. Tina Sáinz, que doblaba a la mexicana Verónica Castro en la película, le preguntó si estaba bien: «Es que me he metido caballo», respondió el Pirri que, a esas alturas, se encontraba con un pie en la adolescencia y otro en la niñez.
Con el Pirri hubo que tener cuidado y poner a su cargo a alguien de producción para que lo tuviera controlado, sobre todo en las vísperas de las sesiones de rodaje. Gonzalo Goicoechea lo conocía muy bien, pues el Pirri acudía a su apartamento para contarle su vida mientras fumaban porros y escuchaban música. La abuela Concha también creía en Gonzalo; su nieto le pedía dinero y la amenazaba si no se lo daba, llegando, en algunas ocasiones, a agredirla para después robarle «lo poco que quedaba de la pensión del abuelo una vez pagadas las facturas»
¿En cuántas películas ha participado?
- 1980 – Navajeros
- 1981 – Maravillas
- 1981 – La mujer del ministro
- 1981 – Colegas
- 1983- El sur (Sin acreditar)
- 1984 – The Hit (La venganza)
- 1984- El pico 2
- 1985 – De tripas corazón
- 1985- La reina del mate
- 1985- Caso cerrado
- 1986 – Sé infiel y no mires con quién
- 1987- La estanquera de Vallecas
- 1987- Policía
- 1987- La vida alegre
- 1988 – El juego más divertido
¿Qué se sabe de su muerte?
Las causas del fallecimiento del Pirri, el 9 de mayo de 1988, tampoco han terminado de quedar claras. Fue encontrado sin vida en un descampado de la carretera de Vicálvaro a San Blas. La policía redactó en el informe que el joven, que hasta ese momento tenía veintitrés años, había muerto por sobredosis: «Minutos después de las diez de la mañana de ayer, un transeúnte telefoneó a la policía. Acababa de descubrir, en un descampado de la carretera de Vicálvaro a San Blas, el cadáver de un joven tendido en el suelo con una aguja colgando del brazo, una papelina vacía en la mano derecha y dos más junto a él. Según la policía, José Luis Fernández, el Pirri, de veintitrés años, falleció por sobredosis de heroína»,
El domingo 8 de mayo por la tarde se pierde el rastro del Pirri. Según las crónicas «El Pirri estacionó su moto en Fuencarral y le dijo a Charo que tenía que ir a Vicálvaro a recoger unas invitaciones (para el cine) y que luego la llamaría para que se vieran». Pero no hubo ninguna llamada.
Al día siguiente, por la mañana, el Pirri yacía muerto detrás de una gasolinera. Su cuerpo presentaba múltiples signos de violencia. Parecía que alguien había arrastrado el cadáver hasta ese lugar. «Estaba muy bien, ya no se drogaba», explicaba doña Concha. Ella también creía que su nieto fue asesinado: «Mi niño tenía arañada toda la cara», le dijo a Eloy de la Iglesia. El cuerpo fue llevado al Instituto Anatómico Forense, donde se le realizaría la autopsia.
La necropsia, firmada por Alfonso Cabeza Borque, médico forense del Juzgado n.º 12 de Instrucción e Instancia, decía que José Luis Fernández Eguía no murió de sobredosis, sino por una dosis de droga adulterada que le causó un «fallo cardiorrespiratorio múltiple». Eloy de la Iglesia, que dudaba de la conclusión del informe, llegó a declarar que «la autopsia del doctor Cabeza era de vergüenza». Por las contusiones detectadas en el finado, se empezó a señalar a las malas compañías del chico e incluso a la policía por los casos de maltrato y palizas que estos aplicaban a los toxicómanos que detenían. De la Iglesia quería que el Ministerio de Interior, por entonces a cargo del socialista José Barrionuevo, investigara qué pasó de verdad.
Tiempo antes de morir, José Luis, que al fin se había arreglado los dientes, trabajaba con Fernando García Tola haciendo de crítico de cine en Tolodiario (radio) y Querido Pirulí (televisión). En ese momento, el Pirri vivía entre San Blas y Fuencarral. Cuando iba por su barrio la policía lo paraba siempre que se lo encontraba, así que se pasaba temporadas en casa de su pareja, en Fuencarral.
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